Al identificarnos con uno de los
maravillosos perfumes que allí se encuentran, recordaremos el secreto
mejor guardado: nuestra esencia espiritual en un frasco de perfume.
Un pequeño cofre de aromas que hemos
guardado celosamente como el secreto de nuestra propia esencia. Al
destaparlo y sutilmente colocarlo en nuestra piel, el resto del mundo
comprenderá y amara eternamente nuestra alma.
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